Cada diciembre defendemos el mismo cuento: ¡Este año que viene sí! Con cada inicio de año juramos que vamos a cumplir nuestras metas, a viajar, bajar de peso y hasta tener más plata, ¡Tas, tas!
Aunque solo veamos el costo y el plazo de pago, nada habla tanto de cómo consumimos en casa, como el recibo de la luz, ese testigo imparcial que nos demuestra cuándo hemos gastado de más y qué tan ahorradores somos.
Nada nos inaugura mejor en la vida adulta que una factura de luz, de agua o de Internet que pasa por debajo de la rendija de nuestras puertas (o por la de nuestros correos electrónicos), con una fecha de vencimiento.