Con tantos cambios de la economía es imposible no pensar en que, en algún momento, podemos necesitar un préstamo: plata que nos desembale en una temporada de vacas flacas.
–¿Veci, no tiene más sencillo?– Te dice el taxista, mientras te devuelve ese billete de cincuenta en una cuadra sin tiendas, sin señor de los aguacates, sin nadie que ostente o demuestre sencillo, a la una de la mañana.
Nos dijeron desde chiquitos: “La moda no incomoda”. Luego vinieron las noticias ambientales y nos dimos cuenta de que, mal manejada, la moda sí le sale un tantico cara al planeta.