Con tantos cambios de la economía es imposible no pensar en que, en algún momento, podemos necesitar un préstamo: plata que nos desembale en una temporada de vacas flacas.
Durante muchos años se nos dijo que tener casa propia hacía parte de las etapas de la vida: estudias, trabajas, te casas, tienes hijos, compras casa, trabajas más y luego mueres.
No sabemos a ciencia cierta cuándo comenzó toda esta tendencia, pero de un tiempo para acá se volvió un mandamiento invisible que hay que vivir en la casa de los papás máximo hasta que cumplas 25 años.